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»Los sacerdotes no se deben afeitar la cabeza, ni las puntas de la barba ni hacerse heridas en el cuerpo. Deben ser santos para su Dios y respetar el nombre de su Dios porque ellos son los que presentan al SEÑOR las ofrendas de comida, así que por eso deben ser santos.

»Los sacerdotes no deben casarse con ninguna prostituta ni con mujer divorciada porque están consagrados a su Dios.

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