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Al terminar de hablar, dijo a Simón: «Sal a la parte más profunda[a] y echen sus redes para pescar[b](A)».

Simón le contestó: «Maestro(B), hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado[c] nada(C), pero porque Tú lo pides, echaré las redes». Cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces(D), de modo que sus redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies[d] de Jesús, diciendo: «¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!». Porque el asombro se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la gran pesca que habían hecho; 10 y lo mismo les sucedió también a Jacobo[e] y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas(E); desde ahora serás pescador de hombres(F)». 11 Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, siguieron a Jesús(G).

Curación de un leproso

12 (H)Estando Jesús en una de las ciudades, había allí un hombre lleno de lepra, y cuando vio a Jesús, cayó sobre su rostro y le rogó: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». 13 Extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: «Quiero; sé limpio». Y al instante la lepra lo dejó. 14 Y Él le mandó que no se lo dijera a nadie. «Pero anda», le dijo, «muéstrate al sacerdote(I) y da una ofrenda[f] por tu purificación según lo ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».

15 Su fama[g] se difundía cada vez más(J), y grandes multitudes se congregaban para oír a Jesús y ser sanadas de sus enfermedades. 16 Pero con frecuencia Él se retiraba a[h] lugares solitarios y oraba(K).

Curación de un paralítico

17 Y[i] un día[j] que Él estaba enseñando, estaban allí sentados algunos fariseos(L) y maestros de la ley(M) que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y de Jerusalén(N); y el poder del Señor(O) estaba con Él para sanar. 18 (P)Y unos hombres trajeron en una camilla a un hombre que estaba paralítico; y trataban de meterlo y ponerlo delante de Jesús. 19 No hallando cómo introducirlo debido a la multitud, subieron a la azotea(Q) y lo bajaron con la camilla a través del techo[k](R), poniéndolo en medio, delante de Jesús. 20 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados(S)».

21 Entonces los escribas y fariseos comenzaron a razonar(T), diciendo: «¿Quién es Este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios(U)?». 22 Conociendo Jesús sus pensamientos, les respondió: «¿Por qué razonan en sus corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 24 Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados», dijo al paralítico(V): «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».

25 Al instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios(W). 26 El asombro se apoderó de todos y glorificaban a Dios(X); y se llenaron de temor(Y), diciendo: «Hoy hemos visto cosas extraordinarias».

Llamamiento de Leví y la cena en su casa

27 (Z)Después de esto, Jesús salió y se fijó en un recaudador de impuestos[l] llamado Leví(AA), sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: «Sígueme». 28 Y él, dejándolo todo, se levantó y lo seguía(AB).

29 Leví(AC) le ofreció un gran banquete en su casa, y había un grupo grande de recaudadores de impuestos(AD) y de otros que estaban sentados[m] a la mesa con ellos. 30 Y los fariseos y sus escribas(AE) se quejaban a los discípulos de Jesús, diciendo: «¿Por qué comen y beben ustedes con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?». 31 Jesús les respondió: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos(AF). 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento».

Pregunta sobre el ayuno

33 Ellos dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones; los de los fariseos también hacen lo mismo, pero los Tuyos comen y beben(AG)». 34 Entonces Jesús les dijo: «¿Acaso pueden hacer que los acompañantes del novio[n] ayunen mientras el novio está con ellos? 35 Pero vendrán días cuando[o] el novio les será quitado, entonces ayunarán en aquellos días(AH)».

36 También les dijo una parábola: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; porque entonces[p] romperá el nuevo, y el pedazo del nuevo no armonizará con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres[q] viejos, porque entonces[r] el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán, 38 sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos[s]. 39 Y nadie, después de beber vino añejo, desea vino nuevo, porque dice: “El añejo es mejor[t]”».

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Footnotes

  1. Lucas 5:4 O Boga hacia lo hondo.
  2. Lucas 5:4 Lit. una redada.
  3. Lucas 5:5 Lit. agarrado.
  4. Lucas 5:8 Lit. las rodillas.
  5. Lucas 5:10 O Santiago.
  6. Lucas 5:14 Lit. ofrece.
  7. Lucas 5:15 Lit. la palabra acerca de Él.
  8. Lucas 5:16 Lit. en.
  9. Lucas 5:17 Lit. Y sucedió que.
  10. Lucas 5:17 Lit. en uno de los días.
  11. Lucas 5:19 Lit. de las tejas.
  12. Lucas 5:27 O publicano; i.e. uno que explotaba la recaudación de los impuestos romanos, y así en los vers. 29 y 30.
  13. Lucas 5:29 Lit. recostados.
  14. Lucas 5:34 Lit. hijos del tálamo.
  15. Lucas 5:35 Lit. y cuando.
  16. Lucas 5:36 Lit. ya que si no.
  17. Lucas 5:37 I.e. cueros usados como recipientes.
  18. Lucas 5:37 Lit. ya que si no.
  19. Lucas 5:38 Algunos mss. agregan: y ambos se conservan.
  20. Lucas 5:39 Lit. bueno o agradable.

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado;(A) mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces,(B) y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, 10 y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11 Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.

Jesús sana a un leproso

(Mt. 8.1-4; Mr. 1.40-45)

12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. 14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés,(C) para testimonio a ellos. 15 Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. 16 Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.

Jesús sana a un paralítico

(Mt. 9.1-8; Mr. 2.1-12)

17 Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.

Llamamiento de Leví

(Mt. 9.9-13; Mr. 2.13-17)

27 Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. 28 Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.

29 Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?(D) 31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

La pregunta sobre el ayuno

(Mt. 9.14-17; Mr. 2.18-22)

33 Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? 34 Él les dijo: ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? 35 Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán. 36 Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.

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