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27 Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, 28 Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo:

29 «Ahora, Señor, tu promesa está cumplida:
puedes dejar que tu siervo muera en paz.

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