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Jesús sana al siervo de un centurión(A)

Después que terminó todas sus palabras al pueblo que lo oía, entró en Capernaúm. Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniera y sanara a su siervo. Ellos se acercaron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole:

—Es digno de que le concedas esto, porque ama a nuestra nación y nos edificó una sinagoga.

Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole:

—Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo, por lo que ni aun me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado, pues también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a éste: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

Al oír esto, Jesús se maravilló de él y, volviéndose, dijo a la gente que lo seguía:

—Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

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