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31 y le rogaban que no los mandara al abismo. 32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacía en la montaña; y le rogaron que les dejara entrar en aquellos, y él les dio permiso. 33 Cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago y se ahogó.

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