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35 Entonces, desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado.(A) ¡Escúchenlo!»

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y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen,

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Con esto podemos saber que lo conocemos: si obedecemos sus mandamientos.

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En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: en que amamos a Dios y obedecemos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios: que obedezcamos sus mandamientos.(A) Y sus mandamientos no son difíciles de cumplir.

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La promesa del Espíritu Santo

15 »Si me aman, obedezcan mis mandamientos.

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23 Jesús le respondió: «El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir.

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24 El que no me ama, no obedece mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió.

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47 Al que oye mis palabras, y no las obedece, no lo juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue, y es la palabra que he hablado; ella lo juzgará en el día final.

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23 Al contrario, esto fue lo que les ordené: “Escuchen mi voz, y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Vayan siempre por el camino que yo les mande seguir, para que les vaya bien.”

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22 Y ahora, ya que se han purificado mediante su obediencia a la verdad, para amar sinceramente a sus hermanos, ámense los unos a los otros de todo corazón,

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