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Todavía tenía uno, un hijo amado; se lo envió el último, diciéndose: Respetarán a mi hijo.

Pero aquellos labradores dijeron entre ellos mismos: Éste es el heredero. ¡Venid, matémosle, y la herencia será nuestra!

Y agarrándole, le mataron y le echaron fuera de la viña.

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Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña.

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