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Jesús sana a un paralítico(A)

Algunos días después, Jesús volvió a Cafarnaún. En cuanto se supo que estaba en la casa, se juntó mucha gente, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta, mientras él les predicaba la palabra. Llegaron entonces cuatro hombres que cargaban a un paralítico. Como no podían acercarse a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo donde estaba Jesús, hicieron una abertura, y por ahí bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Hijo, los pecados te son perdonados.» Algunos de los escribas que estaban allí sentados, se decían a sí mismos: «¿Qué es lo que dice éste? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados? ¡Nadie sino Dios!» Enseguida Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: «¿Qué es lo que cavilan en su corazón? ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o que le diga: “Levántate, toma tu camilla y anda”? 10 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, éste le dice al paralítico: 11 “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”» 12 Enseguida el paralítico se levantó, tomó su camilla y salió delante de todos, que se quedaron asombrados y glorificando a Dios, al tiempo que decían: «¡Nunca hemos visto nada parecido!»

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Jesús sana a un paralítico

(Mt. 9.1-8; Lc. 5.17-26)

Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

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Jesús sana a un paralítico(A)

17 Un día, mientras Jesús enseñaba, estaban sentados los fariseos y doctores de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. El poder del Señor estaba con Jesús para sanar. 18 En ese momento llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico. Querían llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús, 19 pero como a causa de la multitud no hallaron la manera de hacerlo, se subieron a la azotea y, por el tejado, bajaron al paralítico en la camilla, hasta ponerlo en medio de la gente y delante de Jesús. 20 Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Buen hombre, tus pecados te son perdonados.» 21 Los escribas y los fariseos comenzaron a murmurar, y decían: «¿Quién es éste, que profiere blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados? ¡Nadie sino Dios!» 22 Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué cavilan en su corazón? 23 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o que le diga: “Levántate y anda”? 24 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, éste le dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”» 25 Al instante, aquel hombre se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en la que había estado acostado, y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos estaban admirados y alababan a Dios, y llenos de temor decían: «¡Hoy hemos visto maravillas!»

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Jesús sana a un paralítico

(Mt. 9.1-8; Mr. 2.1-12)

17 Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.

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