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«Vayan al pueblecito que está enfrente. Al entrar verán un burro atado, en el que nadie ha montado. Desátenlo y tráiganmelo. Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que pronto lo devolverá».

Los dos discípulos obedecieron y hallaron al burrito en la calle, atado junto a una puerta. Y lo desataron.

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