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El hombre de la mano seca(A)

Otra vez entró Jesús en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía seca una mano. Y lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, a fin de poder acusarlo. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca:

—Levántate y ponte en medio.

Y les preguntó:

—¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?

Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre:

—Extiende tu mano.

Él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.

Salieron entonces los fariseos y se confabularon con los herodianos para destruirlo.

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El hombre de la mano seca(A)

Aconteció también en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y lo acechaban los escribas y los fariseos para ver si en sábado lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarlo. Pero él, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca:

—Levántate y ponte en medio.

Él, levantándose, se quedó en pie.

Entonces Jesús les dijo:

—Os preguntaré una cosa: En sábado, ¿es lícito hacer bien o hacer mal?, ¿salvar la vida o quitarla?

10 Y, mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre:

—Extiende tu mano.

Él lo hizo y su mano fue restaurada. 11 Ellos se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús.

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