⁷ y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí ^[a](A). ⁸ Pero vosotros no dejéis^(B) que os llamen Rabí^(C); porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. ⁹ Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre^(D), el que está en los cielos. ¹⁰ Ni dejéis que os llamen preceptores^[b]; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo. ¹¹ Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor^(E). ¹² Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado^(F).

Ocho ayes contra los escribas y fariseos

¹³ Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas^(G)!, porque cerráis el reino de los cielos^(H) delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ^14 [c]¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas^(I), aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

¹⁵ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito^(J), y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno^[d](K) dos veces más que vosotros.

¹⁶ ¡Ay de vosotros, guías ciegos^(L)!, que decís: «No es nada el que alguno jure por el templo^[e](M); pero el que jura por el oro del templo^[f], contrae obligación». ¹⁷ ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante^[g](N): el oro, o el templo^[h] que santificó el oro? ¹⁸ También decís: «No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación». ¹⁹ ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante^[i](O): la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? ²⁰ Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; ²¹ y el que jura por el templo^[j], jura por él y por el que en él habita^(P); ²² y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios^(Q) y por el que está sentado en él.

²³ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas^(R)!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. ²⁴ ¡Guías ciegos^(S), que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

²⁵ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato^(T), pero por dentro están llenos de^[k] robo y de desenfreno. ²⁶ ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato^(U), para que lo de afuera también quede limpio.

²⁷ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas^(V)!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. ²⁸ Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

²⁹ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas^(W)!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, ³⁰ y decís: «Si nosotros hubiéramos vivido^[l] en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas». ³¹ Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos^[m] de los que asesinaron a los profetas^(X). ³² Llenad, pues^[n], la medida de la culpa de vuestros padres. ³³ ¡Serpientes! ¡Camada de víboras^(Y)! ¿Cómo escaparéis del juicio^[o] del infierno^[p](Z)? ^34 (AA)Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas^(AB): de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas^(AC) y los perseguiréis de ciudad en ciudad^(AD), ³⁵ para que recaiga^[q] sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel^(AE) hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías^(AF), a quien asesinasteis entre el templo^[r] y el altar^(AG). ³⁶ En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación^(AH).

Lamentación sobre Jerusalén

³⁷ ¡^(AI)Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella^(AJ)! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas^(AK), y no quisiste! ³⁸ He aquí, vuestra casa^(AL) se os deja desierta^[s]. ³⁹ Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: «Bendito el que viene en el nombre del Señor^(AM)».

⁴⁹ Natanael le respondió: Rabí^(A), tú eres el Hijo de Dios^(B), tú eres el Rey de Israel^(C).