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24 ―No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.

25 La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó:

―¡Señor, ayúdame!

26 Él le respondió:

―No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.

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