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Pero Jesús, acercándose a ellos, los tocó y les dijo:

— Levantaos, no tengáis miedo.

Ellos alzaron los ojos, y ya no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó:

— No contéis esta visión a nadie hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.

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