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39 Se adelantó unos pasos más y, postrándose rostro en tierra, oró así:

— Padre mío, si es posible, aparta de mí esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

40 Volvió entonces a donde estaban los discípulos y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

— ¿Ni siquiera habéis podido velar una hora conmigo? 41 Velad y orad para que no desfallezcáis en la prueba. Es cierto que tenéis buena voluntad, pero os faltan las fuerzas.

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