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Jesús ante Pilato(A)

11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:

―¿Eres tú el rey de los judíos?

―Tú lo dices —respondió Jesús.

12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.

13 ―¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.

14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.

15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera. 16 Tenían un preso famoso llamado Barrabás. 17-18 Así que, cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:

―¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?

19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».

20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.

21 ―¿A cuál de los dos queréis que os suelte? —preguntó el gobernador.

―A Barrabás.

22 ―¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?

―¡Crucifícalo! —respondieron todos.

23 ―¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?

Pero ellos gritaban aún más fuerte:

―¡Crucifícalo!

24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.

―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá vosotros!

25 ―¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.

26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.

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Y comenzaron la acusación con estas palabras:

―Hemos descubierto a este hombre agitando a nuestra nación. Se opone al pago de impuestos al emperador y afirma que él es el Cristo, un rey.

Así que Pilato preguntó a Jesús:

―¿Eres tú el rey de los judíos?

―Tú mismo lo dices —respondió.

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18 Pero todos gritaron a una voz:

―¡Llévate a ese! ¡Suéltanos a Barrabás!

19 A Barrabás lo habían metido en la cárcel por una insurrección en la ciudad, y por homicidio. 20 Pilato, como quería soltar a Jesús, apeló al pueblo otra vez, 21 pero ellos se pusieron a gritar:

―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

22 Por tercera vez les habló:

―Pero ¿qué crimen ha cometido este hombre? No encuentro que él sea culpable de nada que merezca la pena de muerte, así que le daré una paliza y después lo soltaré.

23 Pero a grandes voces ellos siguieron insistiendo en que lo crucificara, y con sus gritos se impusieron. 24 Por fin Pilato decidió concederles su demanda: 25 soltó al hombre que le pedían, el que por insurrección y homicidio había sido echado en la cárcel, y dejó que hicieran con Jesús lo que quisieran.

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29 Así que Pilato salió a interrogarlos:

―¿De qué delito acusáis a este hombre?

30 ―Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.

31 ―Pues lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley —les dijo Pilato.

―Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.

32 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho, al indicar la clase de muerte que iba a sufrir.

33 Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús.

―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.

34 ―¿Eso lo dices tú —respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí?

35 ―¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?

36 ―Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios siervos pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.

37 ―¡Así que eres rey! —le dijo Pilato.

―Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.

38 ―¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato.

Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos.

―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—. 39 Pero, como tenéis la costumbre de que os suelte a un preso durante la Pascua, ¿queréis que os suelte al “rey de los judíos”?

40 ―¡No, no sueltes a ese; suelta a Barrabás! —volvieron a gritar desaforadamente.

Y Barrabás era un bandido.[a]

La sentencia(A)

19 Pilato tomó entonces a Jesús y mandó que lo azotaran. Los soldados, que habían tejido una corona de espinas, se la pusieron a Jesús en la cabeza y lo vistieron con un manto de color púrpura.

―¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo.

Pilato volvió a salir.

―Aquí lo tenéis —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepáis que no lo encuentro culpable de nada.

Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura.

―¡Aquí tenéis al hombre! —les dijo Pilato.

Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en grito:

―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

―Pues lleváoslo y crucificadlo vosotros —replicó Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.

―Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos.

Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más, así que entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:

―¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le contestó nada.

10 ―¿Te niegas a hablarme? —le dijo Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen?

11 ―No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande.

12 Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente:

―Si dejas en libertad a este hombre, no eres amigo del emperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo.

13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús hacia fuera y se sentó en el tribunal, en un lugar al que llamaban el Empedrado (que en arameo se dice Gabatá). 14 Era el día de la preparación para la Pascua, cerca del mediodía.[b]

―Aquí tenéis a vuestro rey —dijo Pilato a los judíos.

15 ―¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! —vociferaron.

―¿Acaso voy a crucificar a vuestro rey? —replicó Pilato.

―No tenemos más rey que el emperador romano —contestaron los jefes de los sacerdotes.

16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los soldados se lo llevaron.

Footnotes

  1. 18:40 bandido. Alt. insurgente.
  2. 19:14 del mediodía. Alt. de las seis de la mañana (si se cuentan las horas a partir de la medianoche, según la hora romana). Lit. de la hora sexta; véase nota en 1:39.