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Para el mal(A) las dos manos[a] son diestras.
El príncipe pide, y también el juez, una recompensa;
el grande habla de lo que desea su alma,
y juntos lo traman(B).
El mejor de ellos es como un zarzal,
y el más recto como un seto de espinos(C).
El día que pongas tus centinelas,
tu castigo llegará(D).
¡Entonces será su confusión(E)!
No os fiéis del vecino,
ni confiéis en el amigo(F).
De la que reposa en tu seno,
guarda tus labios[b].
Porque el hijo trata con desdén al padre,
la hija se levanta contra la madre,
y la nuera contra su suegra(G);
los enemigos del hombre son los[c] de su propia casa(H).

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Footnotes

  1. Miqueas 7:3 Lit., palmas
  2. Miqueas 7:5 Lit., las aberturas de tu boca
  3. Miqueas 7:6 Lit., los hombres

Para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman. El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión. No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu boca. Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.(A)

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