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Entonces Balaam pronunció estas palabras proféticas:

«Balac, el rey de Moab, me trajo de Aram;
me hizo venir de los montes del oriente.
Me pidió venir y maldecir a Jacob;
me ordenó desearle el mal a Israel.
¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo?
¿Cómo condenar a quien el Señor no ha condenado?
Desde lo alto de las peñas puedo verlo;
desde las colinas puedo observarlo.
Es un pueblo que habita confiado,[a]
y que las naciones no toman en cuenta.
10 ¿Quién puede contar el polvo de Jacob,
o la cuarta parte del pueblo de Israel?
¡Espero morir como mueren los justos!
¡Espero tener el mismo final de ellos!»

11 Entonces Balac le dijo a Balaam:

«¿Pero qué es lo que haces conmigo? Te hice venir para que maldijeras a mis enemigos, ¡y ahora resulta que los estás bendiciendo!»

12 Balaam le respondió:

«¿Y acaso no tengo que decir lo que el Señor ponga en mis labios?»

13 Pero Balac insistió:

«Te ruego que vengas conmigo a otro lugar, desde donde no puedas ver a todos ellos sino solamente su parte extrema. Desde allí los maldecirás por mí.»

14 Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofín, que está en la cumbre del Pisga. Allí edificó siete altares, y en cada altar ofreció un becerro y un carnero. 15 Entonces Balaam le dijo a Balac:

«Quédate aquí, junto a tu holocausto, que yo iré por allí a encontrarme con Dios.»

16 Entonces el Señor salió al encuentro de Balaam, y puso en sus labios su palabra. Le dijo:

«Vuelve adonde está Balac, y dile lo que voy a decirte.»

17 Balaam fue adonde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, acompañado de los príncipes de Moab. Y Balac le dijo:

«¿Qué te dijo el Señor?»

18 Y Balaam pronunció estas palabras proféticas:

«Vamos, Balac, ¡ponte de pie!
¡Escucha mis palabras, hijo de Sipor!
19 Dios no es un simple mortal
para que mienta o cambie de parecer.
Si él habla, ciertamente actúa;
si él dice algo, lo lleva a cabo.
20 Yo he recibido la orden de bendecir;
la bendición de Dios no puedo revocarla.
21 Dios no ha hallado iniquidad en Jacob,
ni ha encontrado perversidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos,
y ellos lo aclaman como su rey.
22 Dios los ha sacado de Egipto
con la poderosa fuerza de un búfalo.
23 Contra Jacob nada pueden las brujerías;
contra Israel nada valen las artes mágicas.
De Jacob, que es Israel, se dirá:
¡Miren lo que ha hecho Dios con ellos!
24 Este pueblo se levantará como un león;
como león rugiente se pondrá de pie.
No se echará hasta haber devorado la presa,
¡hasta saciarse con la sangre de los muertos!»

25 Pero Balac le dijo a Balaam:

«Si no lo vas a maldecir, ¡tampoco lo bendigas!»

26 Y Balaam le respondió:

«¿No te he dicho que yo debo decir todo lo que el Señor me diga?»

27 Balac le dijo entonces:

«Yo te ruego que me acompañes a otro lugar. Tal vez desde allí Dios maldiga a Israel.»

28 Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de Pegor, desde donde se mira hacia el desierto.[b] 29 Allí Balaam le dijo a Balac:

«Levanta aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros.»

30 Balac hizo lo que Balaam le ordenó, y éste ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

24 Cuando Balaam se dio cuenta de que al Señor le parecía bien que él bendijera a Israel, ya no recurrió a las artes de hechicería, como lo había hecho la primera y la segunda vez, sino que dirigió la mirada hacia el desierto. Al levantar la vista, pudo ver a Israel asentado por orden tribal. Entonces el espíritu de Dios vino sobre él, y él pronunció estas palabras proféticas:

«Así dice Balaam hijo de Beor;
así dice el hombre de penetrante mirada;
así dice el que oye la voz de Dios,
el que recibe visiones del Omnipotente,
el que postrado mantiene abiertos los ojos:

»¡Qué hermosas son tus tiendas, Jacob!
¡Qué hermosas son tus habitaciones, Israel!
Expandidas, como los arroyos;
como los huertos a la vera del río,
como los áloes que el Señor ha plantado,
como los cedros cercanos a las aguas.
De sus afluentes mana agua en abundancia;
sus semillas estarán bien regadas.
Su rey es más importante que Agag,
y su reinado será enaltecido.

»Dios lo sacó de Egipto,
y le infundió las fuerzas de un búfalo.
Devorará a las naciones enemigas,
les desmenuzará los huesos,
y las traspasará con sus saetas.
Se pone al acecho, como un león;
se agazapa como leona: ¿quién lo azuzará?(A)
¡Benditos sean quienes lo bendigan!
¡Malditos sean quienes lo maldigan!»(B)

Footnotes

  1. Números 23:9 O, solo.
  2. Números 23:28 O, Jesimón.