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Porque el Señor restaura la majestad de Jacob,
    como la majestad de Israel,
pues los destructores los han arrasado;
    han arruinado sus sarmientos.

Rojo es el escudo de sus valientes;
    de púrpura se visten los guerreros.
El metal de sus carros brilla como fuego
    mientras se alistan para la batalla
    y los guerreros agitan sus lanzas.
Desaforados corren los carros por las calles,
    irrumpen con violencia por las plazas.
Son como antorchas de fuego,
    como relámpagos zigzagueantes.

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