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¡Ay de la ciudad de sangre, toda llena de mentira y de rapiña, no se aparta de ella el robo!

Sonido de látigo, y estruendo de movimiento de ruedas; y caballo atropellador, y carro saltador se oirá en ti;

Caballero enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cadáveres; y de sus cadáveres no habrá fin, y en sus cadáveres tropezarán:

A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra de hechizos, que vende en esclavitud los gentiles con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos.

Heme aquí contra ti, dice el SEÑOR de los ejércitos, y descubriré tus faldas en tu cara, y mostraré a los gentiles tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza.

Y echaré sobre ti suciedades, y te afrentaré, y te pondré como estiércol.

Y será que todos los que te vieren, se apartarán de ti, y dirán: Nínive es asolada; ¿quién se compadecerá de ella? ¿Dónde te buscaré consoladores?

¿Eres tú mejor que No-amón, que estaba asentada entre ríos, cercada de aguas, cuyo baluarte era el mar, y de mar su muralla?

Etiopía era su fortaleza, y Egipto sin límite; Fut y Libia fueron en tu ayuda.

10 También ella fue llevada en cautiverio; también sus chiquitos fueron estrellados en las encrucijadas de todas las calles; y sobre sus honrados echaron suertes, y todos sus nobles fueron aprisionados con grillos.

11 Tú también serás embriagada, serás encerrada; tú también buscarás fortaleza a causa del enemigo.

12 Todas tus fortalezas son como higueras con brevas; que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer.

13 He aquí, tu pueblo será como mujeres en medio de ti; las puertas de tu tierra se abrirán de par en par a tus enemigos; fuego consumirá tus barras.

14 Provéete de agua para el cerco, fortifica tus fortalezas; entra en el lodo, pisa el barro, fortifica el horno.

15 Allí te consumirá el fuego, te talará la espada, te devorará como pulgón; multiplícate como langosta, multiplícate como langosta.

16 Multiplicaste tus mercaderes más que las estrellas del cielo; el pulgón hizo presa, y voló.

17 Tus príncipes serán como langostas, y tus grandes como langostas de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido el sol se mudan, y no se conoce el lugar donde estuvieron.

18 Durmieron tus pastores, oh rey de Asiria, reposaron tus valientes; tu pueblo se derramó por los montes, y no hay quien lo junte.

19 No hay cura para tu quebradura; tu herida se encrudeció; todos los que oyeron tu fama, batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu malicia?

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