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El amor de Dios por su pueblo

11 Dios le dijo a su pueblo:

«Israel,
cuando eras un país joven,
yo te demostré mi amor por ti.
Yo te saqué de Egipto
porque eres un hijo para mí.
Pero mientras más te llamaba,
más te alejabas de mí,
y les presentabas ofrendas
a tus ídolos y dioses falsos.

3-4 »Israel,
por el gran amor que te tengo
te llevé de la mano como a un niño,
te enseñé a caminar,
te di de comer
y te ayudé en tus problemas;
pero no te diste cuenta
de todos estos cuidados.

»No quisiste volver a mí;
no quisiste dejar tu mala conducta.
Por eso te castigaré
y volverás a ser esclavo en Egipto;
por eso Asiria te dominará.
Habrá guerra en tus ciudades,
tus enemigos matarán a toda tu gente,
y echarán a perder tus planes.

»Pueblo mío, ya lo has decidido;
me abandonaste por otros dioses.
Los crees más fuertes que yo,
pero no podrán ayudarte.

»Israelitas,
¡yo no puedo abandonarlos!
¡No sería capaz de hacerlo!
¡No podría destruirlos,
como destruí a la gente malvada
de Admá y Seboím!
¡Mi gran amor por ustedes
no me lo permite!

»No volveré a enojarme con ustedes;
ni volveré a destruirlos,
pues no soy un simple hombre;
¡yo soy Dios,
y habito en medio de mi pueblo!

10-11 »Yo rugiré como un león,
y ustedes me obedecerán.
Desde Egipto y desde Asiria,
sus descendientes volverán a mí;
vendrán temblando de miedo,
como las aves que vienen del oeste,
y yo los llevaré a sus casas
para que vuelvan a habitarlas.
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así será.

Los pecados del pueblo de Dios

12 »Ustedes los israelitas

me mienten todo el tiempo;
siempre me están engañando.
Y ustedes los de Judá me traicionan,
pues adoran a dioses falsos.