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Dios no soporta a los orgullosos,
y una cosa es segura:
no los dejará sin castigo.

El pecado se perdona
cuando se ama de verdad;
uno se aleja del mal
cuando obedece a Dios.

Cuando Dios está contento
con nuestro comportamiento,
hasta con nuestros enemigos
nos hace vivir en paz.

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