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23 Y no solo ella(A), sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu(B), aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente(C) la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo(D).

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a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos(A).

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Y porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones(A), clamando: «¡Abba! ¡Padre(B)!».

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