No hay condenación para los que creen

8 Por tanto, ahora no hay condenación^(A) para los que están en Cristo Jesús^[a](B), los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. ² Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús^(C) te^[b] ha libertado^[c] de la ley del pecado y de la muerte^(D).

³ Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne^(E), Dios lo hizo^(F): enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne^(G), ⁴ para que el requisito de la ley^(H) se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu^(I).

² Esto es lo único que quiero averiguar^[a] de ustedes ¿Recibieron el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe^[b](A)? ³ ¿Tan insensatos son? Habiendo comenzado por^[c] el Espíritu, ¿van a terminar^[d] ahora por la carne? ⁴ ¿Han padecido tantas cosas en vano? ¡Si es que en realidad fue en vano^(B)! ⁵ Aquel, pues, que les suministra el Espíritu^(C) y hace milagros^[e] entre ustedes^(D), ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe^[f](E)? ⁶ Así Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia^(F).

⁷ Por tanto, sepan que los que son de fe^(G), estos son hijos de Abraham^(H). ⁸ La Escritura, previendo que Dios justificaría^[g] a los gentiles^[h] por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones^(I)». ⁹ Así que, los que son de la fe son bendecidos con Abraham^(J), el creyente.

¹⁰ Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito todo el que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas^(K)». ¹¹ Y que nadie es justificado ante Dios por la ley^(L) es evidente, porque «El justo vivirá por la fe^[i](M)». ¹² Sin embargo, la ley no se basa en la^[j] fe. Al contrario, «El que las^[k] hace, vivirá por^[l] ellas^(N)».

¹³ Cristo nos redimió de la maldición de la ley^(O), habiéndose hecho maldición por nosotros, porque escrito está: «Maldito todo el que cuelga de un madero^[m](P)», ¹⁴ a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles^(Q), para que recibiéramos^(R) la promesa del Espíritu mediante la fe^(S).

La promesa, y el propósito de la ley

¹⁵ Hermanos^(T), hablo en términos humanos^[n](U). Un pacto, aunque sea humano^[o](V), una vez ratificado nadie lo invalida ni le añade condiciones. ¹⁶ Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia^[p](W). No dice: «y a las descendencias^[q]», como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: «y a tu descendencia^(X)», es decir, Cristo^[r]. ¹⁷ Lo que digo es esto: la ley, que vino 430 años^(Y) más tarde, no invalida un pacto ratificado anteriormente por Dios, como para anular la promesa.

¹⁸ Porque si la herencia depende^[s] de una ley, ya no depende^[t] de una promesa^(Z); pero Dios se la concedió a Abraham por medio de una promesa^(AA).

¹⁹ Entonces, ¿para qué fue dada la ley? Fue añadida a causa de^[u] las transgresiones^(AB), hasta que viniera la descendencia^[v] a la cual había sido hecha la promesa^(AC), ley que fue promulgada mediante ángeles^(AD) por mano de un mediador^(AE). ²⁰ Ahora bien, un mediador no representa a uno^[w] solo, pero Dios es uno solo^(AF).

²¹ ¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo^(AG)! Porque si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia ciertamente hubiera dependido^[x] de la ley^(AH). ²² Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado^(AI), para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen.

²³ Antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados^(AJ) para la fe que había de ser revelada. ²⁴ De manera que la ley ha venido a ser nuestro guía para conducirnos a Cristo^(AK), a fin de que seamos justificados por la fe^(AL). ²⁵ Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo el guía^[y](AM). ²⁶ Pues todos ustedes son hijos de Dios^(AN) mediante la fe en Cristo Jesús^(AO).