La mente gobernada por la carne es muerte, mientras que la mente que proviene del Espíritu es vida y paz. La mente gobernada por la carne es enemiga de Dios, pues no se somete a la Ley de Dios ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

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Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Las intenciones de la carne llevan a la enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; además, los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

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Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz(A); ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios(B), porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne(C) no pueden agradar a Dios.

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