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Oración de quien está abrumado de problemas y se desahoga ante el Señor.

102 Señor, ¡oye mi oración!
    ¡Escucha mi ruego!
No te alejes de mí
    en el tiempo de mi angustia.
Inclínate para escuchar
    y no tardes en responderme cuando te llamo.
Pues mis días desaparecen como el humo,
    y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba,
    y perdí el apetito.
Por mi gemir,
    quedé reducido a piel y huesos.
Soy como un búho en el desierto,
    como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
Me acuesto y sigo despierto,
    como un pájaro solitario en el tejado.
Mis enemigos se burlan de mí día tras día;
    se mofan de mí y me maldicen.
Me alimento de cenizas;
    las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
10 a causa de tu enojo y de tu ira,
    pues me levantaste y me echaste.
11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde;
    voy marchitándome como hierba.

12 Pero tú, oh Señor, te sentarás en tu trono para siempre;
    tu fama durará por todas las generaciones.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén;[a]
    ya es tiempo de tener compasión de ella,
    ahora es el momento en que prometiste ayudar.
14 Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas
    y atesora hasta el polvo de sus calles.
15 Entonces las naciones temblarán ante el Señor;
    los reyes de la tierra temblarán ante su gloria.
16 Pues el Señor reconstruirá Jerusalén;
    él aparecerá en su gloria.
17 Escuchará las oraciones de los desposeídos;
    no rechazará sus ruegos.

18 Que esto quede registrado para las generaciones futuras,
    para que un pueblo aún no nacido alabe al Señor.
19 Cuéntenles que el Señor miró hacia abajo,
    desde su santuario celestial.
Desde los cielos miró la tierra
20     para escuchar los gemidos de los prisioneros,
    para poner en libertad a los condenados a muerte.
21 Por eso la fama del Señor se celebrará en Sion,
    y sus alabanzas en Jerusalén,
22 cuando las multitudes se reúnan
    y los reinos vengan a adorar al Señor.

23 En la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas,
    y así acortó mis días.
24 Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre,
    ¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
25 Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra
    y con tus manos formaste los cielos.
26 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre;
    se desgastarán como ropa vieja.
Tú los cambiarás
    y los desecharás como si fueran ropa.
27 Pero tú siempre eres el mismo;
    tú vivirás para siempre.
28 Los hijos de tu pueblo
    vivirán seguros;
los hijos de sus hijos
    prosperarán en tu presencia».

Footnotes

  1. 102:13 En hebreo Sion; también en 102:16.

Oración de un afligido

Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

102 Jehová, escucha mi oración,

Y llegue a ti mi clamor.

No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;

Inclina a mí tu oído;

Apresúrate a responderme el día que te invocare.

Porque mis días se han consumido como humo,

Y mis huesos cual tizón están quemados.

Mi corazón está herido, y seco como la hierba,

Por lo cual me olvido de comer mi pan.

Por la voz de mi gemido

Mis huesos se han pegado a mi carne.

Soy semejante al pelícano del desierto;

Soy como el búho de las soledades;

Velo, y soy

Como el pájaro solitario sobre el tejado.

Cada día me afrentan mis enemigos;

Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas,

10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,

Y tu memoria de generación en generación.

13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion,

Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.

14 Porque tus siervos aman sus piedras,

Y del polvo de ella tienen compasión.

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,

Y todos los reyes de la tierra tu gloria;

16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion,

Y en su gloria será visto;

17 Habrá considerado la oración de los desvalidos,

Y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera;

Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,

19 Porque miró desde lo alto de su santuario;

Jehová miró desde los cielos a la tierra,

20 Para oír el gemido de los presos,

Para soltar a los sentenciados a muerte;

21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová,

Y su alabanza en Jerusalén,

22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen

En uno para servir a Jehová.

23 Él debilitó mi fuerza en el camino;

Acortó mis días.

24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;

Por generación de generaciones son tus años.

25 Desde el principio tú fundaste la tierra,

Y los cielos son obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;

Y todos ellos como una vestidura se envejecerán;

Como un vestido los mudarás, y serán mudados;

27 Pero tú eres el mismo,

Y tus años no se acabarán.(A)

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros,

Y su descendencia será establecida delante de ti.

Oración de un afligido que, a punto de desfallecer, da rienda suelta a su lamento ante el Señor.

102 Escucha, Señor, mi oración;
    llegue a ti mi clamor.
No escondas de mí tu rostro
    cuando me encuentro angustiado.
Inclina a mí tu oído;
    respóndeme pronto cuando te llame.

Pues mis días se desvanecen como el humo;
    los huesos me arden como brasas.
Mi corazón decae y se marchita como la hierba;
    ¡hasta he perdido el apetito!
Por causa de mis fuertes quejidos
    se pueden contar mis huesos.[a]
Parezco un búho del desierto;
    soy como un búho entre las ruinas.
No logro conciliar el sueño;
    parezco ave solitaria sobre el techo.
A todas horas me insultan mis enemigos,
    y hasta usan mi nombre para maldecir.
Las cenizas son todo mi alimento;
    mis lágrimas se mezclan con mi bebida.
10 Por tu enojo, por tu indignación
    me levantaste para luego arrojarme.
11 Mis días son como sombras nocturnas;
    me voy marchitando como la hierba.

12 Pero tú, Señor, reinas eternamente;
    tu nombre perdura por todas las generaciones.
13 Te levantarás y tendrás piedad de Sión,
    pues ya es tiempo de que la compadezcas.
    ¡Ha llegado el momento señalado!
14 Tus siervos sienten cariño por sus ruinas;
    los mueven a compasión sus escombros.
15 Las naciones temerán el nombre del Señor;
    todos los reyes de la tierra reconocerán tu gloria.
16 Porque el Señor reconstruirá a Sión
    y se manifestará en su gloria.
17 Atenderá a la oración de los desamparados
    y no despreciará sus ruegos.

18 Que se escriba esto para las generaciones futuras
    y que el pueblo que será creado alabe al Señor.
19 Miró el Señor desde su altísimo santuario;
    contempló la tierra desde el cielo,
20 para oír los lamentos de los cautivos
    y liberar a los condenados a muerte;
21 para proclamar en Sión el nombre del Señor
    y anunciar en Jerusalén su alabanza,
22 cuando todos los pueblos y los reinos
    se reúnan para adorar al Señor.

23 En el curso de mi vida acabó Dios con mis fuerzas;[b]
    me redujo los días.
24 Por eso dije:
«No me lleves, Dios mío, a la mitad de mi vida;
    tú permaneces por todas las generaciones.
25 En el principio tú afirmaste la tierra,
    y los cielos son la obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, pero tú permaneces.
    Todos ellos se desgastarán como un vestido;
como ropa los cambiarás
    y los dejarás de lado.
27 Pero tú eres siempre el mismo
    y tus años no tienen fin.
28 Los hijos de tus siervos se establecerán
    y sus descendientes habitarán en tu presencia».

Footnotes

  1. 102:5 se pueden contar mis huesos. Lit. se me pegan los huesos a la carne.
  2. 102:23 mis fuerzas. Lit. su fuerza.