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¡Protégeme, Dios mío!

SALMO 141 (140)

Himno de David.

141 Dios mío, te estoy llamando:
¡Préstame atención
y ven pronto en mi ayuda!
¡Recibe mi oración
como una ofrenda de incienso!
¡A ti elevo mis manos
como una ofrenda en la tarde!

Dios mío,
¡no me dejes decir
ni una sola tontería!
¡No me dejes tener
malos pensamientos,
ni cometer maldad alguna!
¡No me dejes tomar parte
en fiestas de gente malvada!

Considero una muestra de amor
que una persona honrada
me regañe o me golpee;
para mí, sus reprensiones
son como fino perfume.

Dios mío, yo siempre te pido
que castigues a los malvados.
Cuando los gobernantes malvados
acaben en la ruina,
se acordarán de mis palabras
y sabrán que les hablé con dulzura.
Entonces la gente dirá:
«Sus huesos han quedado
esparcidos por el suelo».

Por mi parte, Dios mío,
de ti dependo,
y en ti busco refugio.
¡No dejes que me maten!
¡Líbrame de las trampas
que esos malvados me tienden!
10 ¡Haz que sean ellos mismos
los que caigan en sus redes!
Pero a mí, ¡ponme a salvo!