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La inmensa bondad de Dios

SALMO 36 (35)

Himno de David, fiel servidor de Dios.

36 El pecador sólo piensa
en cómo hacer lo malo.
No ve ninguna razón
para respetar a Dios.
Se cree digno de alabanza,
y no reconoce su maldad.
Cuando habla, miente y ofende;
jamás piensa en hacer el bien.
Aun cuando está acostado,
sólo piensa en hacer lo malo;
no deja su mal camino
ni se aparta de la maldad.

Dios mío,
tu amor es tan grande
que llega hasta el cielo;
tan grande es tu bondad
que llega hasta las nubes.
Tus decisiones son justas,
son firmes como las montañas
y profundas como el mar.
¡Hombres y animales
están bajo tu cuidado!

Dios mío,
¡tu amor es incomparable!
Bajo tu sombra protectora
todos hallamos refugio.
Con la abundancia de tu casa
nos dejas satisfechos;
en tu río de bendiciones
apagas nuestra sed.
Sólo en ti se encuentra
la fuente de la vida,
y sólo en tu presencia
podemos ver la luz.

10 ¡Bendice con tu amor
a todos los que te aman!
¡Salva con tu justicia
a los que son sinceros!
11 ¡No dejes que los orgullosos
me pongan el pie encima!
¡No permitas que los malvados
hagan conmigo lo que quieran!

12 Fíjense en los malvados:
¡han rodado por los suelos,
y no volverán a levantarse!

Al director musical. De David, el siervo del Señor.

36 El pecado habla al malvado
    en lo profundo de su corazón.
No hay temor de Dios
    delante de sus ojos.

Cree que merece alabanzas,
    al punto de no hallar aborrecible su propio pecado.
Sus palabras son malvadas y engañosas;
    ha perdido el buen juicio
    y la capacidad de hacer el bien.
Aun en su lecho trama hacer iniquidad;
    se aferra a su mal camino
    y no rechaza la maldad.

Tu amor, Señor, llega hasta los cielos;
    tu fidelidad alcanza las nubes.
Tu justicia es como las altas montañas;[a]
    tus juicios, tan profundos como el mar.
    Tú, Señor, cuidas de hombres y animales;
¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
    Todo ser humano halla refugio
    a la sombra de tus alas.
Se sacian de la abundancia de tu casa;
    les das a beber en el río de tus delicias.
Porque en ti está la fuente de la vida
    y en tu luz podemos ver la luz.

10 Extiende tu amor a los que te conocen
    y tu justicia a los de corazón sincero.
11 Que no me aplaste el pie del orgulloso
    ni me desarraigue la mano del impío.
12 Vean cómo fracasan los malvados:
    ¡fueron derribados y no pueden levantarse!

Footnotes

  1. 36:6 las altas montañas. Alt. las montañas de Dios.