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En tu angustia clamaste a mí, y yo te salvé;
desde el centro del trueno te respondí,
y junto a las aguas de Meriba(A) te puse a prueba.

»Escúchame, pueblo mío, que quiero amonestarte.
¡Cómo quisiera yo, Israel, que me escucharas!
No debes tener ningún dios ajeno.
No debes inclinarte ante dioses extraños.(B)

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En la calamidad clamaste, y yo te libré;

Te respondí en lo secreto del trueno;

Te probé junto a las aguas de Meriba.(A) Selah

Oye, pueblo mío, y te amonestaré.

Israel, si me oyeres,

No habrá en ti dios ajeno,

Ni te inclinarás a dios extraño.(B)

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