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El rey confía en ti, Señor;
confía en tu misericordia, Dios Altísimo;
¡por eso nunca será derrocado!
Su mano derribará a todos sus enemigos;
su diestra destruirá a quienes lo aborrecen.

Cuando tú, Señor, te manifiestes,
los convertirás en un horno encendido;
en tu enojo los harás pedazos,
y con tu fuego acabarás con ellos.

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