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Enmudecí, quedé en silencio; me callé aun respecto de lo bueno, pero mi dolor se agravó.
Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar,
y así hablé con mi lengua:
Hazme saber, oh SEÑOR, mi final,
y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán pasajero soy.

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