La conducta del creyente

Recuérdales a todos que deben mostrarse obedientes y sumisos ante los gobernantes y las autoridades. Siempre deben estar dispuestos a hacer lo bueno: a no hablar mal de nadie, sino a buscar la paz y ser respetuosos, demostrando plena humildad en su trato con todo el mundo.

En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia. Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros. Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna. Este mensaje es digno de confianza y quiero que lo recalques, para que los que han creído en Dios se empeñen en hacer buenas obras. Esto es excelente y provechoso para todos.

Evita las necias controversias y genealogías, las discusiones y peleas sobre la Ley, porque carecen de provecho y de sentido. 10 Al que cause divisiones, amonéstalo dos veces y después evítalo. 11 Puedes estar seguro de que tal individuo se condena a sí mismo por ser un perverso pecador.

Instrucciones personales y saludos finales

12 Tan pronto como te haya enviado a Artemas o a Tíquico, haz todo lo posible por ir a Nicópolis a verme, pues he decidido pasar allí el invierno. 13 Ayuda en todo lo que puedas al abogado Zenas y a Apolos, de modo que no les falte nada para su viaje.

14 Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil.

15 Saludos de parte de todos los que me acompañan.

Saludos a los que nos aman en la fe.

Que la gracia sea con todos ustedes.

Justificados por gracia

Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y a las autoridades; que obedezcan y que estén dispuestos a toda buena obra. Que no difamen a nadie ni sean pendencieros, sino amables; que muestren toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque en otro tiempo nosotros también éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de los malos deseos y de diversos deleites; vivíamos en malicia y envidia, nos aborrecían y nos aborrecíamos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que al ser justificados por su gracia viniéramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

Ésta es palabra fiel, y en esto quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en las buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Pero evita las cuestiones necias, las genealogías, las contenciones y las discusiones acerca de la ley, porque son vanas y no son de provecho. 10 Al que cause divisiones, deséchalo después de una y otra amonestación, 11 pues sabrás que tal persona se ha pervertido, y peca y su propio juicio lo condena.

Instrucciones personales

12 Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico,(A) apresúrate a reunirte conmigo en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno. 13 Apresúrate también a poner en camino a Zenas, el intérprete de la ley, y a Apolos,(B) y ayúdalos para que nada les falte. 14 Y que aprendan también los nuestros a ocuparse en las buenas obras para los casos de necesidad, para que no se queden sin dar fruto.

Salutaciones y bendición final

15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe.

Que la gracia sea con todos ustedes. Amén.

La base de la salvación

Recuérdales (A) que estén sujetos a los gobernantes(B), a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra(C); que no injurien a nadie, que no sean contenciosos(D), sino amables(E), mostrando toda consideración para con todos los hombres(F). Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios(G), desobedientes(H), extraviados(I), esclavos(J) de deleites y placeres diversos(K), viviendo en malicia(L) y envidia(M), aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó(N) la bondad(O) de Dios nuestro Salvador(P), y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó(Q), no por obras de[a] justicia que nosotros hubiéramos hecho(R), sino conforme a su misericordia(S), por medio del lavamiento de la regeneración(T) y la renovación por el Espíritu Santo(U), que Él derramó sobre nosotros(V) abundantemente por medio de Jesucristo(W) nuestro Salvador, para que justificados por su gracia fuésemos hechos herederos(X) según la esperanza de la vida eterna[b]. Palabra fiel es esta(Y), y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza[c](Z), para que los que han creído en Dios procuren ocuparse(AA) en buenas obras(AB). Estas cosas son buenas y útiles para los hombres. Pero evita(AC) controversias necias(AD), genealogías(AE), contiendas y discusiones acerca de la ley(AF), porque son sin provecho y sin valor(AG). 10 Al hombre que cause divisiones(AH), después de la primera y segunda amonestación(AI), deséchalo(AJ), 11 sabiendo que el tal es perverso y peca(AK), habiéndose condenado a sí mismo.

Recomendaciones finales y bendición

12 Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico(AL), procura venir a mí(AM) en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno(AN). 13 Encamina con diligencia a Zenas, intérprete de la ley(AO), y a Apolos(AP), para que nada les falte. 14 Y que nuestro pueblo(AQ) aprenda a ocuparse en buenas obras(AR), atendiendo a las necesidades apremiantes(AS), para que no estén sin fruto(AT).

15 Todos los que están conmigo te saludan(AU). Saluda a los que nos aman en la fe(AV).

La gracia sea con todos vosotros(AW).

Footnotes

  1. Tito 3:5 Lit., en
  2. Tito 3:7 O, de vida eterna, según la esperanza
  3. Tito 3:8 O, confianza