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Jerusalén renovada

13 Aquel día surgirá un manantial donde la dinastía de David y los habitantes de Jerusalén puedan lavar su pecado y su impureza. Aquel día —oráculo del Señor del universo— extirparé de esta tierra los nombres de los ídolos a los que ya nunca más se invocará; haré también que desaparezcan de esta tierra los [falsos] profetas y el espíritu de impureza. Y si alguno sigue profetizando, el padre y la madre que lo engendraron le dirán: “No mereces vivir, pues anuncias mentiras en nombre del Señor”. Y sus mismos padres lo pasarán a espada cuando él se haga pasar por profeta.

Aquel día se sonrojarán los profetas de sus propias visiones y no se vestirán el manto de pelo dispuestos a engañar, sino que cada uno dirá: “No soy profeta; soy tan sólo un labrador ocupado desde mi juventud en cultivar la tierra”. Y si alguno le pregunta: “¿Qué heridas son ésas que tienes en las manos?”, él responderá: “Me las han hecho en casa de mis amigos”.

El nuevo pueblo

¡Dirígete, espada, contra mi pastor,
haz frente a mi ayudante!
—oráculo del Señor del universo—.
Hiere al pastor y se dispersará el rebaño;
incluso a los más pequeños golpearé.
Y sucederá que en todo el país
—oráculo del Señor—
perecerán exterminados dos tercios,
quedando sólo el otro tercio.
Haré pasar por el fuego a este tercio,
lo purificaré como se hace con la plata
y lo acrisolaré como se acrisola el oro.
Me invocará y yo lo escucharé;
yo diré: “Es mi pueblo”;
y él responderá: “El Señor es mi Dios”.