Susana se echó a llorar y dijo: —¡No tengo salida! Si hago lo que ustedes me proponen, seré condenada a muerte, y si me resisto, no podré escapar de sus manos.
Susana se angustió mucho, y dijo: —¡No tengo escapatoria! Si hago lo que ustedes me piden, el pueblo me condenará a muerte; y si no lo hago, ustedes me acusarán.