¹¹ Pero si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes^(A), el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de^[a] Su Espíritu que habita en ustedes^(B).

¹² Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. ¹³ Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de^[b] morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne^[c](C), vivirán^(D). ¹⁴ Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios^(E), los tales son hijos de Dios^(F).

¹⁵ Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor^[d](G), sino que han recibido un espíritu^[e] de adopción^(H) como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre^(I)!». ¹⁶ El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu^(J) de que somos hijos de Dios^(K). ¹⁷ Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo^(L), si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él^(M).

La gloria futura

¹⁸ Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada^(N). ¹⁹ Porque el anhelo profundo^(O) de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios^(P). ²⁰ Porque la creación fue sometida a vanidad^(Q), no de su propia voluntad, sino por causa de Aquel^(R) que la sometió, en la esperanza ²¹ de que la creación^[f] misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios^(S).

²² Pues sabemos que la creación entera gime y sufre^(T) hasta ahora dolores de parto. ²³ Y no solo ella^(U), sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu^(V), aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente^(W) la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo^(X). ²⁴ Porque en esperanza hemos sido salvados^(Y), pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?^{[g](Z) 25} Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia^[h] lo aguardamos^(AA).

Victoriosos en Cristo

²⁶ De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos^(AB), pero el Espíritu mismo intercede por nosotros^(AC) con gemidos indecibles. ²⁷ Y Aquel que escudriña los corazones^(AD) sabe cuál es el sentir^[i] del Espíritu^(AE), porque Él intercede por los santos^(AF) conforme a la voluntad de Dios.

²⁸ Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas^(AG) cooperan para bien^[j], esto es, para los que son llamados^(AH) conforme a Su propósito. ²⁹ Porque a los que de antemano conoció^(AI), también los predestinó^(AJ) a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo^(AK), para que Él sea el primogénito^(AL) entre muchos hermanos. ³⁰ A los que predestinó^(AM), a esos también llamó^(AN). A los que llamó, a esos también justificó^(AO). A los que justificó, a esos también glorificó^(AP).

³¹ Entonces, ¿qué diremos^(AQ) a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros^(AR)? ³² El que no negó ni a Su propio Hijo^(AS), sino que lo entregó por todos nosotros^(AT), ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?

³³ ¿Quién acusará a los escogidos de Dios^(AU)? Dios es el que justifica^(AV). ³⁴ ¿Quién es el que condena^(AW)? Cristo Jesús es el que murió^(AX), sí, más aún, el que resucitó^[k](AY), el que además está a la diestra de Dios^(AZ), el que también intercede por nosotros^(BA).

³⁵ ¿Quién nos separará del amor de Cristo^[l](BB)? ¿Tribulación, o angustia^(BC), o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada^(BD)? ³⁶ Tal como está escrito:

³⁷ Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó^(BF).

³⁸ Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida^(BG), ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes^[m](BH), ³⁹ ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios^(BI) que es en Cristo Jesús Señor nuestro^(BJ).

³ Saluden a Priscila y a Aquila^(A), mis colaboradores en Cristo Jesús^(B),

⁷ Saluden a Andrónico y a Junias^[a], mis parientes^(A) y compañeros de prisión^(B), que se destacan entre los apóstoles y quienes también vinieron a^[b] Cristo^(C) antes que yo.

⁹ Saluden a Urbano, nuestro colaborador en Cristo^(A), y a mi querido hermano Estaquis.

¹⁷ De modo que si alguno está en Cristo^(A), nueva criatura^[a] es^(B); las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas^(C).