Libro III

(A)Salmo de Asaf.

73 En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
    con los de corazón puro!

Yo estuve a punto de caer;
    poco me faltó para que resbalara.
Sentí envidia de los arrogantes,
    al ver la prosperidad de esos malvados.

Ellos no tienen ningún problema;
    su cuerpo está fuerte y saludable.[a]
Libres están de los afanes de la gente;
    no les afectan los infortunios humanos.
Por eso lucen su orgullo como un collar
    y hacen gala de su violencia.
Están que revientan de malicia
    y hasta se les ven sus malas intenciones.
Ellos se burlan, hablan con maldad,
    y arrogantes oprimen y amenazan.
Con la boca increpan al cielo
    y su lengua se pasea por la tierra.
10 Por eso la gente acude a ellos
    y bebe sus palabras como agua.
11 Hasta dicen: «¿Cómo puede Dios saberlo?
    ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?».

12 Así son los malvados;
    sin afanarse, aumentan sus riquezas.

13 En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio
    y mis manos lavadas en la inocencia,
14 si todo el día me golpean
    y de mañana me castigan?

15 Si hubiera dicho: «Voy a hablar como ellos»,
    habría traicionado al linaje de tus hijos.
16 Cuando traté de comprender todo esto,
    me resultó una carga insoportable,
17 hasta que entré en el santuario de Dios;
    allí comprendí el fin que les espera:

18 En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo
    y los empujas a su propia destrucción.
19 ¡En un instante serán destruidos,
    totalmente consumidos por el terror!
20 Como quien despierta de un sueño,
    así, Señor, cuando tú te levantes,
    los despreciarás como una ilusión.

21 Se me afligía el corazón
    y se me amargaba el ánimo
22 por mi necedad e ignorancia.
    ¡Me porté contigo como una bestia!

23 Pero yo siempre estoy contigo,
    pues tú me sostienes de la mano derecha.
24 Me guías con tu consejo
    y más tarde me acogerás en gloria.
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
    Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
26 Podrán desfallecer mi cuerpo y mi corazón,
    pero Dios es la roca de mi corazón;
    él es mi herencia eterna.

27 Perecerán los que se alejen de ti;
    tú destruyes a los que te son infieles.
28 Para mí el bien es estar cerca de Dios.
    He hecho del Señor Soberano mi refugio
    para contar todas sus obras.

Masquilde Asaf.

74 ¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre?
    ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado?
Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos,
    de la tribu que redimiste
    para que fuera tu posesión.
Acuérdate de este monte Sión,
    que es donde tú habitas.
Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas;
    ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!

Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas
    y plantan sus banderas en señal de victoria.
Parecen leñadores en el bosque,
    talando árboles con sus hachas.
Con sus hachas y martillos
    destrozaron todos los adornos de madera.
Prendieron fuego a tu santuario;
    profanaron la morada de tu Nombre.
En su corazón[b] dijeron: «¡Vamos a aplastarlos por completo!»,
    y quemaron en el país todos tus santuarios.

Ya no vemos señales milagrosas;
    ya no hay ningún profeta
    y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto.
10 ¿Hasta cuándo, Dios, te insultará el adversario?
    ¿Por siempre ofenderá tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha?
    ¿Por qué te quedas cruzado de brazos? ¡Destrúyelos!

12 Tú, oh Dios, eres mi Rey desde tiempos antiguos;
    tú traes salvación sobre la tierra.

13 Tú dividiste el mar con tu poder;
    les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán
    y lo diste por comida a las fieras del desierto.
15 Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos;
    secaste ríos de inagotables corrientes.
16 Tuyo es el día, tuya también la noche;
    tú estableciste la luna y el sol;
17 estableciste todos los límites de la tierra
    y creaste el verano y el invierno.

18 Recuerda, Señor, que tu enemigo te insulta
    y que un pueblo insensato ofende tu nombre.
19 No entregues a las fieras la vida de tu tórtola;
    no te olvides, ni ahora ni nunca, de la vida de tus pobres.
20 Toma en cuenta tu pacto,
    pues hasta en los lugares más oscuros del país abunda la violencia.
21 Que no vuelva humillado el oprimido;
    que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.
22 Levántate, oh Dios, y defiende tu causa;
    recuerda que a todas horas te ofenden los necios.
23 No pases por alto el griterío de tus adversarios,
    el creciente tumulto de tus enemigos.

Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico.

75 Te damos gracias, oh Dios,
    te damos gracias e invocamos[c] tu Nombre;
    ¡todos hablan de tus obras portentosas!

Tú dices: «Cuando yo lo decida,
    juzgaré con equidad.
Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes,
    soy yo quien afirma sus columnas». Selah
«No sean altaneros», digo a los altivos;
    «No sean soberbios», ordeno a los malvados;
«No hagan gala de soberbia contra el cielo
    ni hablen con aires de suficiencia».

La exaltación no viene del oriente
    ni del occidente ni del desierto,
sino que es Dios el que juzga:
    a unos humilla y a otros exalta.
En la mano del Señor hay una copa
    de espumante vino mezclado con especias;
cuando él lo derrame, todos los malvados de la tierra
    habrán de beberlo hasta la última gota.

Yo hablaré de esto siempre;
    cantaré salmos al Dios de Jacob.
10 Aniquilaré la altivez de todos los malvados
    y exaltaré el poder de los justos.

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.

76 Dios es conocido en Judá;
    su nombre es exaltado en Israel.
En Salén se halla su santuario;
    en Sión está su morada.
Allí hizo pedazos las centelleantes saetas,
    los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah

Estás rodeado de esplendor;
    eres más imponente que las montañas de caza.[d]
Los valientes yacen ahora despojados;
    han caído en el sopor de la muerte.
Ninguno de esos hombres de guerra
    volverá a levantar sus manos.
Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste,
    jinetes y corceles quedaron aturdidos.

Tú, y solo tú, eres de temer.
    ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo?
Desde el cielo diste a conocer tu veredicto;
    la tierra, temerosa, guardó silencio
cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar,
    para salvar a todos los pobres de la tierra. Selah
10 La furia del hombre se vuelve tu alabanza,
    y los que sobrevivan al castigo te harán fiesta.[e]

11 Hagan promesas al Señor su Dios y cúmplanlas.
    Que todos los países vecinos
    traigan presentes al Dios temible,
12 al que deja sin aliento a los gobernantes,
    al que es temido por los reyes de la tierra.

Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.

77 A Dios elevo mi voz suplicante;
    a Dios elevo mi voz para que me escuche.
Cuando estoy angustiado, recurro al Señor;
    sin cesar elevo mis manos por las noches,
    pero me niego a recibir consuelo.

Me acuerdo de Dios y me lamento;
    medito en él y mi espíritu desfallece. Selah
Me impides cerrar los ojos;
    tan turbado estoy que ni hablar puedo.
Me pongo a pensar en los tiempos de antaño;
    de los años ya idos me acuerdo.
En la noche recuerdo mi canción;
    mi corazón medita y mi espíritu pregunta:

«¿Nos rechazará el Señor para siempre?
    ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?
¿Se habrá agotado para siempre su gran amor
    y su promesa por todas las generaciones?
¿Se habrá olvidado Dios de sus misericordias
    y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?». Selah

10 Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele:
    que haya cambiado la diestra del Altísimo».
11 Prefiero recordar las hazañas del Señor,
    traer a la memoria sus milagros de antaño.
12 Meditaré en todas tus proezas;
    evocaré tus obras poderosas.

13 Santos, oh Dios, son tus caminos;
    ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?
14 Tú eres el Dios que hace maravillas;
    el que despliega su poder entre los pueblos.
15 Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo,
    a los descendientes de Jacob y de José. Selah

16 Las aguas te vieron, oh Dios,
    las aguas te vieron y se agitaron;
    el propio abismo se estremeció con violencia.
17 Derramaron su lluvia las nubes;
    retumbaron con estruendo los cielos;
    rasgaron el espacio tus flechas.
18 Tu estruendo retumbó en el torbellino
    y tus relámpagos iluminaron el mundo;
    la tierra se estremeció con temblores.
19 Te abriste camino en el mar,
    pasaste entre las muchas aguas,
    y no se hallaron tus huellas.

20 Por medio de Moisés y de Aarón
    guiaste como un rebaño a tu pueblo.

Masquilde Asaf.

78 Pueblo mío, atiende a mi enseñanza;
    presta oído a las palabras de mi boca.
Hablaré por medio de parábolas
    y revelaré misterios de antaño,
cosas que hemos oído y conocido
    y que nuestros antepasados nos han contado.
No las esconderemos de sus descendientes;
    hablaremos a la generación venidera
del poder del Señor, de sus proezas
    y de las maravillas que ha hecho.
Él promulgó un mandato para Jacob,
    dictó una ley para Israel;
ordenó a nuestros antepasados
    enseñarlos a sus descendientes,
para que los conocieran las generaciones venideras
    y los hijos que habrían de nacer,
    que a su vez los enseñarían a sus hijos.
Así ellos pondrían su confianza en Dios
    y no se olvidarían de sus proezas,
    sino que cumplirían sus mandamientos.
Así no serían como sus antepasados:
    generación obstinada y rebelde,
gente de corazón fluctuante,
    cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.

La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros,
    retrocedió el día de la batalla.
10 No cumplieron con el pacto de Dios,
    sino que se negaron a seguir su Ley.
11 Echaron al olvido sus proezas,
    las maravillas que les había mostrado,
12 los milagros que hizo a la vista de sus antepasados
    en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.
13 Abrió el mar para que pudieran pasar;
    mantuvo erguidas las aguas como un muro.
14 De día los guio con una nube
    y toda la noche con luz de fuego.
15 En el desierto partió las rocas
    y les dio a beber torrentes de aguas;
16 hizo que brotaran arroyos de la peña
    y que las aguas fluyeran como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él;
    en el desierto se rebelaron contra el Altísimo.
18 Deliberadamente pusieron a Dios a prueba
    y exigieron comida a su antojo.
19 Murmuraron contra Dios
    y aun dijeron:
    «¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto?
20 Cuando golpeó la roca,
    el agua brotó en torrentes;
pero, ¿podrá también darnos de comer?
    ¿Podrá proveerle carne a su pueblo?».
21 Cuando el Señor oyó esto, se indignó;
    su enojo se encendió contra Jacob,
    su ira ardió contra Israel.
22 Porque no confiaron en Dios
    ni creyeron que él los salvaría.
23 Desde lo alto dio una orden a las nubes,
    y se abrieron las puertas de los cielos.
24 Hizo que les lloviera maná para que comieran;
    les dio a comer trigo del cielo.
25 Todos ellos comieron pan de ángeles;
    Dios les envió comida hasta saciarlos.
26 Desató desde el cielo el viento del este
    y con su poder levantó el viento del sur.
27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne;
    nubes de pájaros, como la arena del mar.
28 Los hizo caer en medio de su campamento
    y en los alrededores de sus tiendas.
29 Comieron y se hartaron,
    pues Dios les cumplió su capricho.
30 Pero el capricho no les duró mucho:
    aún tenían la comida en la boca
31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos:
    dio muerte a sus hombres más robustos;
    abatió a los jóvenes de Israel.

32 A pesar de todo, siguieron pecando
    y no creyeron en sus maravillas.
33 Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro,
    que sus años acabaran en medio del terror.
34 Si Dios los hería de muerte, entonces lo buscaban,
    y con ansias se volvían de nuevo a él.
35 Se acordaban de que Dios era su Roca,
    de que el Dios Altísimo era su Redentor.
36 Pero entonces lo halagaban con la boca
    y le mentían con la lengua.
37 No fue su corazón sincero para con Dios;
    no fueron fieles a su pacto.
38 Sin embargo, él les tuvo compasión;
    les perdonó su maldad
    y no los destruyó.
Una y otra vez contuvo su enojo
    y no se dejó llevar del todo por la ira.
39 Se acordó de que eran simples mortales,
    un efímero suspiro que jamás regresa.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y lo entristecieron en los páramos!
41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba;
    provocaban al Santo de Israel.
42 Jamás se acordaron de su poder,
    de cuando los rescató del opresor,
43 ni de sus señales milagrosas en Egipto,
    ni de sus portentos en la región de Zoán,
44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios
    y no pudieron ellos beber de sus arroyos;
45 cuando les envió tábanos que se los devoraban
    y ranas que los destruían;
46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes
    y sus sembrados a la langosta;
47 cuando con granizo destruyó sus viñas
    y con escarcha sus higueras;
48 cuando entregó su ganado al granizo
    y sus rebaños a las centellas;
49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira,
    de su furor, indignación y hostilidad:
    ¡todo un ejército de ángeles destructores!
50 Dio rienda suelta a su enojo
    y no los libró de la muerte,
    sino que los entregó a la plaga.
51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto,
    las primicias de su virilidad en los campamentos de Cam.
52 A su pueblo lo guio como a un rebaño;
    los llevó por el desierto, como a ovejas,
53 infundiéndoles confianza para que no temieran.
    Pero a sus enemigos se los tragó el mar.
54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa,
    a estas montañas que su diestra conquistó.
55 Al paso de los israelitas expulsó naciones,
    cuyas tierras dio a su pueblo como herencia;
    ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios:
    se rebelaron contra el Altísimo
    y desobedecieron sus mandatos.
57 Fueron desleales y traidores, como sus antepasados;
    ¡tan falsos como un arco defectuoso!
58 Lo irritaron con sus altares paganos;
    con sus imágenes despertaron sus celos.
59 Dios lo supo y se indignó,
    por lo que rechazó completamente a Israel.
60 Abandonó el santuario de Siló,
    la tienda donde habitaba entre los humanos,
61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria
    cayera cautivo en manos enemigas.
62 Dejó que a su pueblo lo mataran a filo de espada,
    pues se indignó contra su heredad.
63 A sus jóvenes los consumió el fuego
    y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;
64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes
    y sus viudas no los pudieron llorar.

65 Despertó entonces el Señor,
    como quien despierta de un sueño,
    como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados.
66 Hizo retroceder a sus enemigos
    y los puso en vergüenza para siempre.
67 Rechazó a los descendientes[f] de José
    y no escogió a la tribu de Efraín;
68 más bien, escogió a la tribu de Judá
    y al monte Sión, al cual ama.
69 Construyó su santuario, alto como los cielos,[g]
    como la tierra, que él afirmó para siempre.
70 Escogió a su siervo David,
    al que sacó del redil de las ovejas,
71 y lo quitó de andar arreando los rebaños
    para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo;
    el pastor de Israel, su herencia.
72 Y David los pastoreó con corazón sincero;
    con mano experta los dirigió.

Salmo de Asaf.

79 Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia;
    han profanado tu santo Templo,
    han dejado en ruinas a Jerusalén.
Han entregado los cadáveres de tus siervos
    como alimento de las aves del cielo;
han destinado los cuerpos de tus fieles
    para comida de los animales salvajes.
Por toda Jerusalén han derramado su sangre,
    como si derramaran agua,
    y no hay quien entierre a los muertos.
Hemos quedado en ridículo ante nuestros vecinos;
    somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.

¿Hasta cuándo, Señor?
    ¿Vas a estar enojado para siempre?
    ¿Arderá tu celo como el fuego?
¡Descarga tu ira sobre las naciones que no te reconocen,
    sobre los reinos que no invocan tu nombre!
Porque a Jacob se lo han devorado
    y al país lo han dejado en ruinas.

No tomes en cuenta los pecados de nuestros antepasados;
    ¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro,
    porque estamos totalmente abatidos!
Oh Dios y Salvador nuestro,
    por la gloria de tu nombre, ayúdanos;
    por la gloria de tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados.
10 ¿Por qué van a decir las naciones:
    «Dónde está su Dios»?

Permítenos ver y muéstrales a los pueblos paganos
    cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos.
11 Que lleguen a tu presencia los quejidos de los cautivos,
    y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.
12 Señor, haz que reciban nuestros vecinos,
    siete veces y en carne propia,
    la burla con que ellos te insultaron.
13 Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado,
    te alabaremos por siempre;
de generación en generación
    cantaremos tus alabanzas.

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf.

80 Pastor de Israel, ¡escúchanos!
    tú que guías a José como a un rebaño,
tú que tienes tu trono entre los querubines, ¡resplandece!
Delante de Efraín, Benjamín y Manasés,
    muestra tu poder y ven a salvarnos.

¡Restáuranos, oh Dios!
    ¡Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos!

¿Hasta cuándo, Señor Dios de los Ejércitos,
    arderá tu ira
    contra las oraciones de tu pueblo?
Por comida le has dado pan de lágrimas;
    por bebida, lágrimas en abundancia.
Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos;
    nuestros enemigos se burlan de nosotros.

¡Restáuranos, oh Dios de los Ejércitos!
    ¡Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos!

De Egipto trajiste una vid;
    expulsaste a los pueblos paganos y la plantaste.
Le limpiaste el terreno,
    y ella echó raíces y llenó la tierra.
10 Su sombra se extendía hasta las montañas,
    su follaje cubría los cedros majestuosos.
11 Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo
    y sus renuevos hasta el Éufrates.

12 ¿Por qué has derribado sus muros?
    ¡Todos los que pasan le arrancan uvas!
13 Los jabalíes del bosque la destruyen,
    los animales del campo la devoran.
14 ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios de los Ejércitos!
    ¡Asómate a vernos desde el cielo
    y brinda tus cuidados a esta vid!
15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra!
    ¡Es el vástago que has criado para ti!

16 Tu vid está derribada, quemada por el fuego;
    a tu reprensión perece tu pueblo.[h]
17 Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra,
    al hijo de hombre que has criado para ti.
18 Entonces no nos apartaremos de ti;
    reavívanos e invocaremos tu nombre.

19 ¡Restáuranos, Señor Dios de los Ejércitos!
    Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos.

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de Asaf.

81 Canten con júbilo a Dios, nuestra fortaleza;
    ¡aclamen alegres al Dios de Jacob!
¡Entonen salmos!
    ¡Toquen ya el pandero,
    el arpa y la lira melodiosa!

¡Toquen la trompeta en la luna nueva
    y en la luna llena, día de nuestra fiesta!
Este es un estatuto para Israel,
    una ley del Dios de Jacob.
Cuando salió contra la tierra de Egipto,
    lo estableció como un mandato dado a José.

Escuché una voz desconocida decir:

«Te he quitado la carga de los hombros;
    tus manos se han librado del pesado cesto.
En tu angustia me llamaste y te libré;
    oculto en el trueno te respondí;
    en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah

»Escucha, pueblo mío, mis advertencias;
    ¡ay, Israel, si tan solo me escucharas!
No tendrás ningún dios extranjero,
    ni te postrarás ante ningún dios extraño.
10 Yo soy el Señor tu Dios,
    que te hice subir de la tierra de Egipto.
    Abre bien la boca, y te la llenaré.

11 »Pero mi pueblo no me escuchó;
    Israel no quiso hacerme caso.
12 Por eso los abandoné a la terquedad de su corazón,
    para que actuaran como mejor les pareciera.

13 »Si mi pueblo tan solo me escuchara,
    si Israel quisiera andar por mis caminos,
14 ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos,
    y volvería mi mano contra sus adversarios!
15 Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él,
    pero serían eternamente castigados.
16 Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo;
    con miel de la roca te saciaría».

Salmo de Asaf.

82 Dios preside el consejo celestial;
    entre los dioses dicta sentencia:

«¿Hasta cuándo juzgarán injustamente
    y favorecerán a los malvados? Selah
Defiendan la causa del débil y del huérfano;
    háganles justicia al pobre y al oprimido.
Salven al débil y al necesitado;
    líbrenlos de la mano de los malvados.

»Ellos no saben nada, no entienden nada.
    Deambulan en la oscuridad;
    se estremecen todos los cimientos de la tierra.

»Yo les he dicho: “Ustedes son dioses;
    todos ustedes son hijos del Altísimo”.
Pero morirán como cualquier mortal;
    caerán como cualquier otro gobernante».

Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra,
    pues tuyas son todas las naciones.

Cántico. Salmo de Asaf.

83 Oh Dios, no guardes silencio;
    no te quedes callado e impasible, oh Dios.
Mira cómo se alborotan tus enemigos,
    cómo te desafían los que te odian.
Con astucia conspiran contra tu pueblo;
    conspiran contra aquellos a quienes tú proteges.
Y dicen: «¡Vengan, destruyamos su nación!
    ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!».

Como un solo hombre se confabulan;
    han hecho un pacto contra ti:
los campamentos de Edom y de Ismael,
    los de Moab y de Agar,
Guebal,[i] Amón y Amalec,
    los de Filistea y los habitantes de Tiro.
Hasta Asiria se les ha unido;
    ha apoyado a los descendientes de Lot. Selah

Haz con ellos como hiciste con Madián,
    como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón,
10 los cuales perecieron en Endor
    y quedaron en la tierra, como estiércol.
11 Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb;
    haz con todos sus príncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna,
12 que decían: «Vamos a adueñarnos
    de los pastizales de Dios».

13 Hazlos rodar como zarzas, Dios mío;
    como paja que se lleva el viento.
14 Y así como el fuego consume los bosques
    y las llamas incendian las montañas,
15 así persíguelos con tus tempestades
    y aterrorízalos con tu tormenta.
16 Señor, cúbreles el rostro de deshonra
    para que busquen tu nombre.

17 Queden avergonzados y angustiados para siempre;
    que perezcan humillados.
18 Que sepan que tú eres el Señor,
    que ese es tu nombre;
que sepan que solo tú eres el Altísimo
    sobre toda la tierra.

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de los hijos de Coré.

84 ¡Cuán hermosas son tus moradas,
    Señor de los Ejércitos!
Anhelo con el alma los atrios del Señor;
    casi agonizo por estar en ellos.
Con el corazón, con todo el cuerpo,
    canto alegre al Dios vivo.
Señor de los Ejércitos, Rey mío y Dios mío,
    aun el gorrión halla casa cerca de tus altares;
también la golondrina hace allí su nido,
    para poner sus polluelos.
Dichosos los que habitan en tu Templo
    y sin cesar te alaban. Selah

Dichoso el que tiene en ti su fortaleza,
    que de corazón camina por tus sendas.
Cuando pasa por el valle de las Lágrimas
    lo convierte en región de manantiales;
también las lluvias tempranas
    cubren de bendiciones el valle.
Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas,
    hasta que contemplan a Dios en Sión.

Oye mi oración, Señor Dios de los Ejércitos;
    escúchame, Dios de Jacob. Selah
Oh Dios, escudo nuestro,
    pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

10 Vale más pasar un día en tus atrios
    que mil fuera de ellos;
prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios
    que habitar entre los malvados.
11 El Señor es sol y escudo;
    Dios nos concede honor y gloria.
El Señor no niega sus bondades
    a los que se conducen con integridad.

Footnotes

  1. 73:4 no … saludable. Alt. no tienen lucha alguna ante su muerte; su cuerpo está saludable.
  2. 74:8 corazón. En la Biblia se usa para designar el asiento de las emociones, pensamientos y voluntad, es decir, el proceso de toma de decisiones del ser humano.
  3. 75:1 e invocamos (LXX y Siríaca); y cercano está (TM).
  4. 76:4 montañas de caza (TM); montañas eternas (LXX).
  5. 76:10 te harán fiesta (LXX); los ceñirás (TM).
  6. 78:67 a los descendientes. Lit. la tienda.
  7. 78:69 santuario, … cielos. Lit. santuario como las alturas.
  8. 80:16 Tu vid … tu pueblo (lectura probable); Haz que perezcan, a tu reprensión, / los que la queman y destruyen (TM).
  9. 83:7 Guebal. Es decir, Biblos.

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